Contemplación cariñosa de la angustia. Agustina Bessa-Luís







  Con el paso del tiempo, cuando crees que la capacidad de sorpresa merma, cuando la novedad no te solivianta y cuando piensas que tienes un conocimiento básico pero notorio de lo que más o menos te inquieta, llega la vida para darte una bofetada sin mano. Eso me sucedió a mi el pasado 3 de junio. En uno de los viajes de 48 horas en los que atravieso Portugal, llegué a la estación destartalada de Vilanova de Gaia para dirigirme en Alfa Pendular hasta Lisboa. En el trayecto, me sirvieron un té y me facilitaron la prensa del día. Los titulares eran escasos y la noticia que ocupaba gran extensión del diario era el fallecimiento de Agustina Bessa-Luís. Ibas pasando las paginas y te encontrabas con un sinfín de muestras de pesar y cariño, iban desentrañando la vida y memoria de una de las grandes escritoras del país. El trayecto entre Oporto y Lisboa dura aproximadamente 2 horas y 40 minutos, tiempo suficiente para celebrar el descubrimiento, el día de su muerte, Agustina Bessa-Luís llego a mi vida. 


  Llegué a Barcelona y me puse a buscar imputs acerca de su obra, la búsqueda no dio muchos frutos pero la perseverancia hizo que diera con un libro que ha sido un acontecimiento para mi, Contemplación cariñosa de la angustia.










  El libro se divide en tres partes, valientes y arriesgadas, plagadas las tres de respuestas a muchos de nuestros quebrantos culturales y existenciales. En la primera parte, la evocación de su juventud literaria y sus obsesiones, donde sus escritos vienen impregnados de una zona de afectos, de personas complejas, ya que para la autora no habían personas carentes de sentido. En la segunda parte, pone en evidencia que en todo ser humano existe tanto la voluntad de ganar como la obligación de perder. A través de Camoens, Kafka, Dostoyesvski o Van Gogh, hilvana unos ensayos desbordantes de ingenio e intensidad. La tercera parte, gira en torno a las angustias del presente y al valor compensador de la palabra arriesgada: pues solemos ser muy habladores ante lo insignificante y muy silenciosos ante lo que nos asusta. Bessa-Luís incomoda y  desengaña, aunque también conmueve y consigue mitigar nuestra desazón y nuestros miedos. 

 Este libro es valiente, necesario y luminoso y solo por ello merece que algún editor ponga el foco y se anime a reeditarlo porque en estos momentos está descatalogado y cuesta Dios y ayuda dar con el. 

Ojalá que esta Contemplación cariñosa de la angustia llegue a muchos.


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