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A solas contra el viento. Rizoma. Efi Cubero

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  Algunas personas tendemos a sentir la vida como si fuese el metraje de una película, vamos hilvanando secuencias a través de las vivencias y a través de ellas se va conformando nuestro paso por el mundo, nuestra biografía mínima, nuestras luces y sombras que conforman los hilos de nuestra trama. Ese sentir, ese viaje vital es el que conforma Rizoma de Efi Cubero.    Este poemario es una bitácora de vida, una brújula y un espejo al que asomarse en momentos donde la soledad, la zozobra, la emoción o sencillamente la calma. Cada uno de los poemas mueven alguno de nuestros hilos, no hay un solo poema que te deje indiferente, la suma de ellos te hace tambalear y se quedan en ti cuidando y afianzando nuestro eje. En la voz de Efi se encuentra la humanidad del que todo lo ha vivido, la sabiduría que atesora la experiencia y el recorrido, donde los lugares, el amor, las huellas, lo inhóspito, la sencillez, lo mínimo, la lluvia, los olvidos, la palabra, la pureza y la honestidad se adhieren a

La niña eterna. Nadia Comăneci la policía secreta. Historias de la Guerra Fría. Stejărel Olaru

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    Hace unas semanas vi en las redes sociales de Eugenio Tuya, Editor de Anaya Multimedia, la cubierta de este libro. Desde el momento en el que la vi, quise hacerme con un ejemplar ya que una de las fascinaciones que me acompañan desde la niñez es Nadia Comăneci. Posteriormente llegó la curiosidad por conocer los márgenes donde se engendró su historia y fui satisfaciendo mi curiosidad leyendo mucho para ampliar la mirada y poner un entorno a las historias que llegaban. Creo que es importante llegar a las orillas y adentrarte al mar para así poder tener la referencia de lo que es precisamente el mar. Llevo muchos años de lecturas de autores nacidos en países que antes o después formaron parte del campo socialista,  Mircea Cărtărescu, Sándor Màrai, Imre Kertész, Margo Rejmer, Charles Simic, Yuri Slezkine, Karl Schlögel, Milan Kundera, Svetlana Alecksievich, Maria Stepanova, Lidiya Chukovskaya, Varujan Vasgonian, Mircia Eliade, Emil Cioran o Vasili Grossman o Alex Halberstadt, la lista

Margo Rejmer. El horror entre los escombros

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    Llego a Margo Rejmer siguiendo los rastros que me dejan las lecturas de autores rumanos. Inicio un proceso de búsqueda para poder entender los procesos creativos que hay detrás de dichos autores, entender el pasado y presente de su día a día y doy con esta autora polaca. Me llama la atención su juventud y la curiosidad; en la manera de adentrarse en la perversión de las dictaduras rumana y albanesa,  desde la voz de los otros, dando protagonismo a cada uno de los testimonios de los que vivieron en primera persona el salvajismo de la sinrazón.  Escritora y periodista colabora en periódicos y revistas de Polonia, atesora ya el premio TVP Kultura  por Bucarest, Polvo y sangre y el premio Paszport Polityki por Barro más dulce que la miel, Voces de la Albania comunista.    Atrapa su voz, que se bifurca entre el reporterismo y la ausencia aparente de crítica y doctrina convirtiendo el texto en un ejercicio de una narrativa sin artificios y con una precisión de relojero suizo. Llega dire

Siempre es de noche en Pyongyang. Pérdida y hallazgo

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    La hoja en blanco es la antesala de la pérdida. Después de un tiempo en el que se ha ido fraguando el epicentro del libro, el poeta se sienta frente al papel y comienza a dejar una parte de sí, a modo de despedida quizás, pero con el adentro de querer dejar ir algo que le pertenece. Consciente de que en algún momento resultará doloroso, sigue elaborando un mapa emocional propio y ajeno que lo llevará por estados en los que en algún momento deseará no haber tenido la ocurrencia de iniciar todo el proceso. Una vez finalizada la obra, el poeta, se muestra lleno de vacío, ha depositado en esas páginas parte de su entramado emocional. Estamos delante de la pérdida más absoluta. Otras veces, el proceso inicial resultará ser un exorcismo de liberación en el que el poeta habrá culminado su proceso de sanación, ya sea por amor, despecho o por la necesidad de compartir memorias vitales traumáticas que al ver la luz inician el proceso de cicatrización, algo así como un ajuste de cuentas con

La sociedad de los excesos

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Imagen de Alfred Stieglitz   En la decadencia de mi vida confieso que soy mujer de escasos referentes. Cada mañana me siento delante del teclado como si fuese una concertista primeriza, con la intención de poner palabras, intención y orden a todo lo que acontece en el interior de las tragedias, pongo rigor a los ojos hasta que consigo exprimir el llanto de lo que mi cabeza maquina. Pero en muchas ocasiones me quedo en el intento y ahí muero hasta la mañana siguiente. En estos días en los que los cimientos del mundo se han alfombrado de miedo cuesta mucho alejarse a la colina ciega y observar por donde vienen los declives. Paso los días en medio de una confusión, crisis y ausencia y me resguardo en lo nimio, observo desde la ventana el movimiento de las hojas de las palmeras, los escasos transeúntes desconcertados paseando con sus dudas escapando de ellos mismos, engañándose al caminar cincuenta metros pensando que han caminado sus nueve kilómetros diarios, la algarabía

Poesía Completa (1993-2018) Karmelo C. Iribarren

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  No seré yo la que establezca ni defina que es la poesía, para eso hay muchos intelectuales que entre opiniones, disparates y carencia de criterio, establecen unos limites que se escapan de mi inteligencia. En estos últimos tiempos, eso de ser poeta está muy denostado, los propios poetas andan clavándose puñales para ver quien y donde está la pureza de algo que se siente, y que a mi modo de ver, es imposible de determinar. La verdad es que a lo largo del tiempo he ido aprendiendo de la torpeza, la propia y la ajena, y he llegado a la conclusión de que lo mejor es ser huérfano. En esa orfandad literaria encontré a Karmelo C. Iribarren.    Iribarren se prodiga en su intemperie y a través de ella se observa como el deterioro de la propia vida se expande y se desprende, como un eclipse, como una ceremonia a su fin. Su poesía se nutre de una sencillez difícil, donde lo improvisado no cabe, donde cada uno de los versos se hilvanan en la emoción de lo implacable, lo que no a

El Ruletista. Mircea Cărtărescu

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De Mircea Cărtărescu podría decir muchas cosas, es uno de los escritores al que rezo con frecuencia, al que me gustaría observar mientras escribe en su cuarto, al que me encantaría robarle la ventana por la que mira al mundo, al que no me canso de descubrir en cada renglón. En el año 2010 la editorial Funambulista publicó Cegador , la que fue la primera incursión del autor en España, pasando de puntillas por los estantes de las librerías,  Cărtărescu  tenía una larga trayectoria en Rumania pero aquí adquirió mayor visibilidad en 2012 de la mano de IMPEDIMENTA . Ese fue el año en el que comenzamos a conocer la magnitud del talento, las recomendaciones se gestaban en círculos mínimos que pronto se fueron expandiendo hasta llegar a hoy, en el que después de siete años se ha convertido para muchos en un escritor de culto.  De las obras publicadas de Cărtărescu en IMPEDIMENTA , quiero recomendar con fervor uno de los libros que más he regalado en estos últimos